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COLDPLAY: LA ÚLTIMA GRAN BANDA


"-Tell me how you feel
- Well, I feel like they´re talking
in a language I don´t speak
and they´re talking it to me"
TALK


En septiembre de 1996 comienza un nuevo curso en la Universidad de Londres, pero lo que nadie sabía era que empezaba a crearse lo que en muy pocos años pasaría a ser una de las grandes bandas de música de los últimos años. Chris Martin y Jon Auckland, dos estudiantes más de la universidad, se conocen y a partir de la pasión común que ambos sienten por la música y artistas como Oasis, Radiohead, U2 o Travis entablan amistad y comienzan a dedicar el poco tiempo libre que los estudios les dejan para tocar juntos y componer algo de música propia. Cuentan ellos mismos que era tal la pasión que sentían por la música que ensayaban todas las noches, llegando a tocar en lavabos, sótanos y parques con tal de desarrollar con éxito las mil y una ideas que tenían en la cabeza al respecto de la música. La experiencia les va atrapando cada vez más hasta el punto de que comienzan a madurar en serio la idea de formar una banda, cuyo primer proyecto de nombre parece ser que era Pectoralz. La idea, sin embargo, no acaba de consolidarse; pero al poco tiempo se une a ellos un nuevo miembro, Guy Berryman, que va a suponer un paso más adelante hacia la idea de formar definitivamente una banda de música que tanto tiempo llevaban madurando y que aún no habían encontrado la manera de llevar a cabo. Será entonces en enero de 1998 cuando al unirse a ellos el último miembro, Will Champion (que aún no sabía tocar la batería!) formen una banda en toda regla que se estrena con el nombre de Coldplay, dejando atrás el de Starfish que venían usando. Bajo este nombre comienzan a moverse por los circuitos locales de música teniendo un gran éxito y empezando a darse a conocer en la ciudad de Londres. A la vez que se va consolidando una gran amistad entre los miembros del grupo.

En abril de 1998 la discográfica Fierce Panda, tras escucharles en varios de sus directos en los garitos de Londres, decide ofrecerles la oportunidad de grabar un single, cosa que evidentemente aceptan aceptan y logran así colar en todas las emisoras del país el tema Brothers and sisters con un más que notorio éxito: aparece en las listas de música inglesas y la revista New Musical Express les escoge como una de las bandas del año. Comienzan a tener sus primeros seguidores.


Coldplay decide en esos momentos aprovechar esta única oportunidad que se les presenta para dar el gran salto y enseñar toda la música que llevan dentro; deciden que una pequeña maqueta que venían preparando desde hace algún tiempo debía ser algo más que eso y la pulen todo lo que pueden hasta estar plenamente satisfechos con ella y la deciden comercializar como disco de corta duración. Sin embargo, como los gastos salían de sus propios bolsillos, apenas pudieron sacar 500 copias del mismo (al que por cierto llamaron Safety) y deciden destinar el 90% de ellas a distribuir por las discográficas con la fé de lograr la atención de alguien. Y así fue, pues en cuestión de unos meses se interesan por ellos dos grandes discográficas (que ya venían alertados por el éxito de su single Brothers and sisters) y acabarán por firmar con Parlophone Records un compromiso para grabar varios LPs. Sentían que su momento había llegado y comenzaba así el asombroso camino que les llevaría a la élite musical en apenas un par de años. La única duda era la de si estarían preparados para asimilar tan repentino éxito, no obstante eran aún unos jóvenes que acababan de cruzar los 20 años y que jamás quisieron hacer otra cosa más que aspirar a terminar sus estudios universitarios.

Con esta idea en la cabeza lo primero que decide la discográfica es hacerles participar en todo tipo de conciertos en festivales veraniegos para que se formaran más profesionalmente y para que maduraran y pudieran afrontar la tarea de, a la vuelta del verano, grabar su primer disco. Efectivamente, termina el verano y sus festivales y es cuando entonces se enfrentan al desafío de grabar su primer disco. En octubre de 1999 el disco The blue room logra salir a la calle; sin embargo, Coldplay no se encuentra cómodo con el disco que acaban de grabar; ni siquiera el proceso de grabación transcurrió como ellos querían. Al parecer, deseaban tener el control de su propia imagen, promoción y calidad, cosa que no lograron obtener de la discográfica, la cual les obliga finalmente para evitar cualquier disputa que retrasara el disco, a publicar el trabajo tal y como ésta quería y a pesar de disponer de únicamente 5 canciones grabadas. El resultado fue un vapuleo de la crítica por presentar una descarada semejanza con el estilo de Radiohead que publicaba en aquél entonces su mítico OK Computer y cuyo estilo había marcado un antes y un después en la música inglesa. El primer intento profesional de Coldplay quedaba arruinado por el empeño de su discográfica de controlar todo sin tener en cuenta la enorme creatividad y potencial que la banda ofrecía. Mientras el resto de bandas de Gran Bretaña trataba de crear un sonido a imágen y semejanza de Oasis o Radiohead, Chris Martin y los suyos tenían muy claro que, sin esconder sus influencias, querían tener su estilo propio y que éste sería el único que les otorgaría el reconocimiento general. Por ello las duras críticas contra su disco se hacían aún mas dolorosas, aunque desde luego aprendieron la lección respecto a no renunciar nunca al control sobre su trabajo.


Sin que sepamos exactamente cómo Coldplay logra que la discográfica esta vez les ceda más control sobre su trabajo y se encierran nuevamente a grabar de manera más seria lo que ahora sí, sería su primer disco de larga duración, aquél que ya conocemos todos por el nombre de Parachutes y que lograrían publicar en Julio de 2000. El disco se convierte inmediatamente en un auténtico bombazo. La crítica esta vez habla de ellos pero nombrándoles definitivamente la banda del año, llegan incluso a hablar del mayor descubrimiento musical de la década. Sitúan su disco incluso por encima del OK Computer de Radiohead con el que fueron comparados anteriormente para desvalorizarles; sus temas Yellow y Trouble comienzan a dar la vuelta al mundo y a convertirse en himnos; sólo en Gran Bretaña logran vender más de un millón y medio de copias. Pero el verdadero campanazo lo darán en la entrega de los British Awards del 2001 donde acaparan un montón de galardones sin que nadie contara con ellos para ninguna categoría, algo impensable para un grupo recién aterrizado en el dificil e inaccesible panorama musical británico. Coldplay sentía esa noche que estaban abriendo definitivamente todas las puertas del éxito y reconocimiento para el grupo. Será en ese contexto en el que comienzan la gira de presentación del disco por otros países, donde pasaran por todo tipo de ciudades, escenarios y televisiones: todo el mundo hablaba ya de la nueva gran banda del panorama internacional y de los más dignos sucesores de la gran banda británica Oasis (que incluso sorprendieron con unas más que halagadoras declaraciones de Liam Gallagher sobre Coldplay, personaje que jamás se caracterizó por habar bien de nadie, en las que calificaba al grupo como lo único que realmente merecía la pena escuchar a parte de ellos mismos -sic-).

Sin embargo poco a poco empiezan a sentir sobre sus hombros la tremenda presión que supone para una nueva banda el haber llegado a lo más alto con el primer disco, especialmente porque en casi todos los medios se empezaba ya a hablar más de lo que se exigía para su próximo disco que del que tenían publicado hasta el momento y en cuya gira aún se hayaban imbuídos. La presión de llegar al mismo nivel ante su segundo disco empieza a hacerse muy fuerte y deciden retirarse de los medios temporalmente para madurar, con la tranquilidad necesaria para ello, su trabajo para el segundo LP.


Así, en octubre de 2001 vuelven a los estudios para grabar su segundo LP A rush of blood to the head. El disco lo terminan en navidades del mismo año y parece ser que la discográfica lo tuvo listo para publicar en esas mismas fechas. Sin embargo, en un ejercicio de madurez y honestidad sin igual, Coldplay decide frenar la publicación del LP. Los motivos parecen ser varios: por un lado la presión de los medios es asfixiante y no acaban de encontrarse del todo cómodos con el resultado del trabajo, por lo que no se ven capaces de afrontar dos años de giras defendiendo un disco en el que no acaban de creer completamente. Algunos medios comienzan a hablar del fín de la banda, víctima de su éxito, y se filtran algunas noticias que hablan incluso de la pactada separación del grupo por diferencias entre los componentes. La realidad y verdad de estas noticias no la sabemos, pero el hecho es que deciden volver al estudio y en un trabajo frenético de 3 semanas reeditan el disco dándole la vuelta por completo a su sonido, menos acústico ahora y más duro y directo. El resultado es un disco absolutamente imprescindible en la la música de los últimos años, la crítica se rinde ante ellos, hablan de la confirmación definitiva del grupo como uno de los grandes y de la madurez musical del grupo. Su esencia sigue siendo la misma: letras introspectivas y sencillas apoyadas sobre geniales composiciones y preciosas y vitales melodías. Las cifras también acompañan a la crítica y venden más de 5 millones de discos en todo el mundo, acaparan mas premios British e incluso llegan a ganar un Grammy, curioso dato teniendo en cuenta que el mercado americano parece ser el único que aún le acoge con reservas. Canciones como In my place, Clocks o The scientist se convierten en melodías conocidas por todo el mundo. Un dato: varias compañías como Coca Cola, The Gap u otras ofrecen millonarias cifras al grupo por emplear su música para sus anuncios, ofertas que ellos rechazan argumentando que significaría traicionar sus convicciones musicales y personales. De hecho durante la vida de este LP Coldplay va adoptando con cada vez mayor compromiso su participación de manera muy activa en proyectos solidarios de famosas ONGs como Amnistía Internacional u Oxfam, hecho que indudablemente emplearán diversos medios para vender una imágen de Chris Martin emparentada con la de Bono de U2, que por otro lado y a su vez “adoptan” a Coldplay como sus más dignos herederos musicales.

Durante 3 años Coldplay recorre el mundo entero para presentar su disco en multitudinarias giras y festivales. Muestra de su mejor momento es el DVD que graban en el 2003 de su gira en Australia y que es un documento imprescindible para apreciar el, quizás, momento más genuino y brillante de la banda desde su comienzo y bajo mi punto de vista, creo que el más puro y genial musicalmente hablando. Hablamos de un momento en el que pasan a tocar en conciertos de más de 30.000 personas, en que se codean con los más grandes de la música recibiendo elogios de todos y cada uno de ellos, de copar todos los números 1 de las listas y sobre todo de ser unánime la opinión de que estábamos frente a una de esas bandas que marcarían un estilo y una época durante muchos años. Son los años dulces del grupo. El premio a la genialidad en la que tanto habían creído. Son años en que cumplen sus sueños de tocar con toda aquella gente que siempre admiraron y que nunca pensaron siquiera que llegarían a conocer.


En 2004 deciden darse un necesario descanso agotados por las experiencias de los últimos años para así, por otro lado, asimilar todo de la manera correcta y poder preparar mejor lo que sería la grabación de su siguiente disco, que saldría publicado con el nombre de X&Y en mayo de 2004 y que no por ser el tercero les evitaba la sensación de sentirse presionados de exigírseles el máximo nivel continuamente. Y aunque sea el disco que definitivamente haga llegar Coldplay a todo tipo de públicos, disparándose las ventas exponencialmente, la publicación del mismo, sin embargo, es recogido esta vez por la crítica con más tibieza que el anterior. Si bien es verdad que es un gran disco y que les consagra, adolece de algún que otro defecto que impide valorarlo al nivel de su anterior trabajo. Es un disco cuya producción va claramente dirigida a introducirse definitivamente en el mercado americano, que aún no se ha rendido plenamente a ellos, y a sonar un tanto más vendible, de ahí que el disco cojee en algunos temas que parecen extremadamente artificiales y más centrados en sonar de una determinada manera (Speed of Sound es el mejor ejemplo de ello) u otros que directamente no dan el nivel acostumbrado, en mi opinión porque no son temas compuestos con la naturalidad de sus anteriores trabajos, sino con la idea de sonar algo más alejados de su estilo brit que saben tan poco atrae a los americanos.

Sin embargo, hay momentos de autentica genialidad directamente heredada del A rush of blood to the head, curiosamente en aquellos temas en que se adivina que Coldplay ha querido hacer lo que ha querido sin preocuparse de cuál era el sonido acertado para el disco. Son los ejemplos de auténticas obras maestras como Fix you (que de hecho fue casi desechado por los productores para aparecer en este disco hasta última hora y para mí el mejor corte del disco) o Talk. Además se da la circunstancia de que son finalmente los temas que han escogido para defender el disco y que han logrado, a pesar de lo dicho, poner en lo más alto su último trabajo y confirmar la trayectoria el grupo. Aunque sus verdaderos fans echemos un poco de menos la autenticidad con que en el disco anterior dieron un paso más hacia adelante én la música...Otro dato revelador: una de las mejores canciones compuestas por el grupo en los años de maduración de X&Y no pasa tampoco a formar parte de este disco por considerar que tiene un sonido más acorde con el grupo al que se lo regalan (ver post anterior) en una linea más claramente brit.

Personalmente opino que en esta última gira se puede apreciar de manera muy clara la enorme evolución que Coldplay ha tenido desde aquél trabajo casi acústico que saltó todas las alarmas y que era Parachutes; quizás hayan dejado atrás algo de sobriedad en aras de mayor espectacularidad e intensidad en sus directos pero también creo que, para ser honestos, han perdido algo de esa genuina autenticidad que tienen los grandes grupos justo antes de ser fagocitados por la maquinaria comercial de las discográficas. Hoy en día se hace dificil ver en un concierto uno de esos momentos instrumentales que creaban de manera sublime durante minutos con Chris Martin literalmente hipnotizado ante su teclado regalándonos ese genial sostén musical que eran capaces de lograr para asombro de todos durante minutos sin perder intensidad.

Aún así, cada vez que oigo una sóla canción suya sigo pensando que son los más grandes que han salido en la música internacional en los últimos 10 años y el último concierto al que pude asistir, en Madrid, es uno de los mejores que han pasado por mis ojos nunca (y quién suscribe ha visto decenas y decenas de ellos, sin exagerarles).


Estoy convencido que su cuarto trabajo supondrá su entrada definitiva en el Hall of Fame de la historia de la música, cuya puerta han abierto a pares ya.

Mientras…disfrútenlos!!


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